Intento escribirte y no puedo.
Escribirte, por ejemplo, que tu boca en mi boca se volvería miel.
Que el nido de mi emoción radica en tu corazón de piel carmesí.
Decirte que la noche no es noche si no miras la luna primero y
que te siento en el viento cuando me acaricia la piel.
Contarte que el mundo giro en sentido contrario aquella noche estrellada de Mayo,
donde nos encontraron un par de acordes y unos amigos sin amistad.
Intento escribirte para hacerte acordar que sí existen las noches magicas y que las ilusiones son producto de nosotros mismos.
Innumerables oportunidades tu nombre en mi voz.
Escribirte que el mar se fue lejos, y que extraño tus besos de ausencia.
Que el misterio de tus ojos se pierde en la aventura finita del abismo pegando con mi vida.
Silencio.
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