8 oct 2009

Tal como una flor se revuelve en la noche, nos fuimos acurrucando en sabanas blancas.
Algunas sabanas marcaban los adioses y otras los “nose que” pero todas cubrían algo.
A veces, se olvidaban hasta de cubrirme a mi…pero te cubrían a vos. Otras, nos cubrían a los dos, y las noches de calor, no tenían a nadie. Y aunque no estén con nada que hacer, siempre estaban ahí. Nunca se iban.
Una noche de calor que pareció quebrar la hegemonía que imponía el frio, una caricia muy leve comenzando de la espalda hacia abajo, con un movimiento tan imperceptible que ni el alma más sensible notaria en una noche tan estrellada como esa, se fue desinflando hacia abajo, como hormiga yendo a su hormiguero, mientras que nuestros ojos seguían pegados con un sueño encolado.

En cuestión de minutos la sabana se había vuelto fantasma andante: rondo por la casa estrellándose contra las paredes, encontrando camino, mientras que su seda no la dejaba sentir…
Aun hoy no tenemos paradero de ella.
Y aun así, le tenemos pena…porque ella no siente nada.












Seduce de mil formas

2 comentarios:

Roo dijo...

no escribiste mas,, que paso?
ame este texto igual..

Nicolás dijo...

tregua catala tregua
tenemos que dejar en paz un poco a Julio jaja
me gustó mucho