10 nov 2009


Que rara es la ciudad y cuanta tristeza aguarda por ella.
El paisaje no ayuda. La suciedad de la calle, la suciedad que abunda en la masa de pensamientos de los humanos.
Y cuando empiezo a aventurarme en el sin fin de selva corporal, codeándome con ellos y sus pensamientos grises, dañinos, asquerosos y rebuscados, pienso en sus ojos para relajarme.
Trato de escaparme del sonido de la vida y su voz es el medio por el cual mis venas entienden el paso de la sangre. La vitalidad. Mientras una especie de caricia cósmica me hace cosquillas en la espalda, y su mano.

Masa. Frió. Trueno.
Ella. Ojos. Caricia.
Escape.











Para Paula S.

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