Astro rey jugando con nuestras sombras esa mañana. Tus ojos en los míos ronronearon, quejosas las estrellas divulgaron aventuras inventadas por ellas. Creídas por mí.
Y tu camisón sigue ahí, en mi alcoba, debajo de tu almohada, recubierto con tu perfume, quejosa y temblorosa nuestra cama, que llora por tus caricias en forma de sueño. Mi corazón se recupera lentamente, para volver a caer…volver a extrañar como con vos. Y no me quejo.
Sombrias maravillas escondidas en tu reflejo, y la pena de tu partida (y de las partidas que me tocaran perder).
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