4 dic 2009

Una revolución de colores se acordó de salir en el mismo momento que tus ojos entraban en el camino de un sueño y se perdían por lo áspero de un amor roto.

Cien ciclos de obscuridad apagaron tu día; y el mío, en tanto, comenzaba: las luces de mil y un luciérnagas impactando en mi retina, chocando con fuerza animal, deshaciéndose en el infinito del cosmos que cubre mi vista. A mi lado, algunos sonidos de sosiego de noche nueva, de estridente calma, de verde enmudecido.

Mi cuerpo se esfumaba, muy de a poco, con cada aire exhalado.

Me perdí en el recorrido eterno desde mi mano hacia tu rostro: visite cada poro de tu piel y mis pupilas estaban ciegas para afirmarlo.

Volé por un segundo de pena.

Volví para acordarme que estaba vivo.

Soñé.
Desperté en otra ciudad y vi un árbol tristemente solitario.


Y como el sonido de un piano cesando,
Tu rostro se perdió de nuevo.

La noche cayo fría.











(¿Porque otro numero que no sea once?)

1 comentario:

Julieta dijo...

lucho!! hoy fui a la libreria, me recomendaste qe en leyera SEDA, y me dijiste a mi y a mi mama (qe sos su librero preferido!) qe te leyeramos! un gusto leer taaantas cosas lindas!!
empiezo a leer SEDA!
un beso grande
despues te cuento como me resulto el libro!!