Perdidos, mi corazón y yo, vagamos tosca y bruscamente por tristes reflejos lunares en el asfalto. Ciegos de poder, dueños de nuestro propio universo finito.
Dos personas charlan sobre pies congelados.
Atrás quedaron las penas que anoche tejí como bufanda, desoladas en el ayer.
Mientras mis dedos sacan nicotina en forma de tubo, abrí los ojos escarchados por la brisa helada. El cigarrillo no prendió y mi sed de vicio no ceso.
Dramaturgos los canes aullan, parece cada día más desierto.
Claramente las estrellas dibujadas en el cielo dan la hora del desvelo, y brillan como si una ráfaga moviera tus cabellos.
Triste me encontró esa noche, extrañando un beso tuyo.
Amargado de saber, que no es el mismo invierno de siempre el que vendrá.
Y solo, solo lo espero.
"Encomendado por tus labios, el beso cruzo el pacifico mar de dudas..."
No hay comentarios.:
Publicar un comentario